Presa del Gasco

La Presa del Gasco simboliza el fracaso de un sueño de dimensiones faraónicas: Dotar a Madrid de una salida navegable al mar.

En buena parte de Europa y motivados por la necesidad de establecer dentro de cada uno de los países vías de comunicación rápidas para el transporte de mercancías y personas, se impulsó durante los siglos XVII y XVIII, junto a la mejora de los caminos existentes, la construcción de canales por los que poder desplazar barcazas (la llegada del ferrocarril a comienzos del siglo XIX supondrá, por su mayor eficiencia, la paralización definitiva de nuevos grandes proyectos de canalización fluvial). Así por ejemplo, y por destacar uno de los primeros y más importantes canales que por entonces se construyeron en Europa, vemos como en la Francia de Luis XIV se cloncluye en 1681 el Canal de Midi (originariamente denominado Canal Real de Languedoc) que posibilitaba la unión del Océano Atlántico con el Mar Mediterráneo en una colosal obra de ingeniería, la cual sin duda estuvo en la mente soñadora de los nuevos monarcas españoles de la casa de los Borbones que a partir del 1700 se consolidan en la corona de España, y que van a intentar promover en nuestro país proyectos similares como el que aquí voy a referir.  

Aunque la idea de interconectar algunos de los grandes ríos del país para facilitar las comunicaciones viene de antaño y ya desde Felipe II se conocían varios proyectos que por problemas técnicos y económicos nunca llegarían finalmente a materializarse, será en las postrimerías del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, cuando España va a sumarse a la corriente de la construcción de grandes canales, incluyendo el intento de materializar incluso el sueño de dotar a la centralista capital del reino de una salida fluvial al mar.

El primer paso a dar será intentar hacer navegable el Manzanares hasta su encuentro con el Jarama, para luego poder llegar a través de este hasta el Tajo a la altura del Real Sitio de Aranjuez, dejando con ello comunicados las dos grandes residencias reales. A tal fin se comenzó a construir, a lo largo de lo que hoy es parte del Parque Lineal del Manzanares, un canal que discurría paralelo al río para facilitar su abastecimiento de agua, y al que se dotó de diversas esclusas que posibilitaban salvar los desniveles naturales del terreno. Las obras se iniciaron en septiembre de 1770 y tras ocho años de trabajos se consiguió que pequeñas chalupas y barcazas pudieran recorrer el tramo comprendido entre el embarcadero existente en la capital, junto al Puente de Toledo, y la denominada octava esclusa, a la altura de la Cañada Real Galiana a su paso por el término de Rivas-Vaciamadrid. Construido este primer tramo del que pretendía ser Real Canal del Manzanares quedó en evidencia, entre otros múltiples problemas para la continuidad del trazado, que el aporte hídrico que ofrecía el río madrileño era en general muy escaso, siendo a menudo insuficiente para asegurar una mínima navegación, incluso de pequeñas barcazas.

En 1785 y con el aval económico de Francisco Cabarrús, asesor financiero de la Corona y primer presidente del por entonces recientemente creado Banco Nacional de San Carlos (esta persona, poseedora de una gran fortuna, había impulsado en 1775 el llamado Canal de Cabarrús que llegó a tener en 1799 cerca de 12 km de longitud, uniendo para uso agrícola entre Torrelaguna y Patones las cuencas de los ríos Lozoya y Jarama), se le va a presentar al rey un proyecto global de canales teóricamente viable que permitiría conectar de forma fluvialmente navegable Madrid con Sevilla, para desde allí alcanzar finalmente por el río Guadalquivir la salida natural al Atlántico (en total 771 km que salvaban técnicamente un desnivel estimado de 700 m en el recorrido). Entre las soluciones que aportaba el proyecto se incluía solventar la escasez de caudal en el Manzanares mediante el trasvase a este de agua procedente de otro de los ríos serrano como es el Guadarrama.  El proyecto global, sin duda muy ambicioso, satisfacía además de la mejora deseada en las comunicaciones hacia el sur de la península, el abastecimiento de agua para el consumo de la capital y el riego de las tierras de labranza de los pueblos de alrededor.
La viabilidad técnica del proyecto venía avalada por la reputación de quien lo había diseñado ahora, el ingeniero militar de origen francés Carlos Lemaur, profesional que había sido llamado a España por el rey Fernando VI, antecesor del rey Carlos III, y al que algunos ilustrados de la época como Jovellanos habían llegado a calificar como uno de los mejores ingenieros del mundo. En España, Lemaur ya había realizado por entonces otras grandes obras de ingeniería, como el Canal de Castilla, el paso de Despeñaperros en el Camino Real de Andalucía o el Real Camino de Galicia.

El proyecto gustó y recibió finalmente luz verde, pero la repentina muerte por suicidio de Carlos Lemaur implicó que finalmente fuesen sus hijos, que habían también colaborado en el diseño general, los que lo pusieron verdaderamente en marcha. Así fue como en 1787, priorizándose en el plan de trabajo la solucionar el aporte de caudal de agua al Canal del Manzanares ya construido y poder luego darle continuidad, empezó a trabajarse en el nuevo Canal del Guadarrama. Este subproyecto comprendía la construcción de una gran presa para embalsar las aguas de la sierra procedentes del tramo alto del río Guadarrama y toda la canalización en abierto desde la presa hasta el río Manzanares. Las obras se iniciaron con solo 100 obreros, cifra que se fue aumentando hasta alcanzar, en ciertos momentos, los 5.000 trabajadores. Hubo por lo que se cuenta muchas dificultades e incidencias, incluyendo importantes problemas de financiación por parte del Banco de San Carlos, de ahí que se empezase utilizando como mano de obra soldados que posteriormente fueron reemplazados por prisioneros condenados a trabajos forzosos.


Para la construcción de la presa se eligió el final de la angostura que forma el río Guadarrama entre el monte del Gasco, de quien tomó el nombre la presa, y los cerros por donde discurre el actual puerto de Galapagar. La estrechez allí del desfiladero y su prolongado curso prometían una reserva de agua más que suficiente para garantizar la inundación de los canales que en el mismo se iniciaban. El diseño previsto admitía un muro de 93 metros de altura, el más alto del mundo en su momento, con una anchura de 72 metros en base y una longitud de 251 metros, construido en mampostería de granito obtenido en canteras cercanas a la presa.

Tras doce años de trabajos, cuando se llevaban levantados 53 metros de altura en la presa y se llevaban construidos unos 27 km de canal, el 14 de mayo de 1799 una fuerte tormenta presionó de tal forma el centro del muro que este se vino parcialmente abajo. Fue la puntilla del Canal del Guadarrama y el del abandono del proyecto faraónico soñado de alcanzar el mar desde Madrid a bordo de una embarcación. Proyecto que seguramente habría podido realizarse técnicamente, pero sobre el que siempre sobrevolaron dudas de rentabilidad y viabilidad económica.

Te animo a que visites la presa y descubras también algunos otros restos existentes de aquel proyecto de canalización hidráulica. Los encontrarás en su mayor parte en el término municipal de Torrelodones, las Matas y las Rozas en lo que respecta al Canal del Guadarrama y en el tramo 2 y 3 del Parque Lineal del Manzanares si nos referimos a los restos del Canal del Manzanares.

Hay varios puntos desde los que puedes acceder tras una más o menos larga caminata al entorno de la Presa del Gasco. El más corto seguramente es desde la urbanización Molino de la Hoz (carretera de Las Rozas a El Escorial) distante caminando de la presa unos 25 minutos, aunque quizás la ruta más aconsejable, especialmente si te gusta algo el senderismo moderado, es llegar a ella desde el otro monumento más sobresaliente de Torrelodones: la Torre de los Lodones, que se alza sobre un cerrete próximo a la autopista de A Coruña. Te indico seguidamente el enlace a una ruta senderista desde Torrelodones a la Presa del Gasco.