Las casas más estrechas de la ciudad

Aunque la casa más estrecha de España parece ser que se encuentra en Valencia (mide solo 105 centímetros de ancho y la localizamos en el número 6 de la Plaza de Vega del Barrio de Sta. Catalina), Madrid cuenta también con curiosas antiguas casas dignas de mención por su extrema estrechez, testimonio evidente de que aprovechar espacios, más allá de criterios mínimos de habitabilidad que por suerte hoy no serían aceptados, es algo que siempre se ha buscado en las grandes urbes.

En Madrid la casa que tradicionalmente ha ostentado por su significación el “privilegio” de ser la más estrecha de la ciudad está situada en la calle Mayor 61. El edificio mide sólo cinco metros de ancho y, como se indica en una placa que podemos ver en su fachada, en él vivió y murió, allá en el siglo XVII, el insigne escritor y dramaturgo Pedro Calderón de la Barca. Fue sin duda gracias a este hecho y a la decidida intervención en defensa de la conservación del edificio que en su momento hizo ante el Ayuntamiento Ramón de Mesoneros Romanos (cronista de la villa) que dicho inmueble se conserve actualmente, pues estuvo en un tris de ser demolido.

Pero la casa anteriormente mencionada no es en realidad la más estrecha de Madrid, ya que en la misma calle, en el número 57 de Mayor, encontramos otra casa que por lo leído sólo tiene tres metros y medio de fachada.

Cerca de los dos edificios anteriormente señalados, en la calle Postas número 6,  encontraremos el que, metro en mano, sí puede ser el más estrecho, pues tiene tan sólo tres metros y doce centímetros de anchura. Aloja uno de los centenarios establecimientos de artículos religiosos de Madrid -“Sobrinos de Pérez”- abierto en 1867 y que por cierto sale mencionado en la novela Fortunata y Jacinta de Don Benito Pérez Galdós. El acceso a los pisos superiores del edificio se hace mediante una escalera alojada dentro del propio comercio.

Otro edificio de los que compite con los anteriores en cuanto a estrechez de fachada lo encontramos en el barrio de Malasaña, concretamente en el número 24 de la calle San Vicente Ferrer. Aprovechado en su día como micro vivienda, daba paso por el bajo a un patio interior en el que existió una tahona. Actualmente su pasillo inferior sirve de acceso a los garajes de Palma 23 y los espacios superiores, en los que no vive nadie, son utilizados como trasteros.


Las anteriores estrechas edificaciones y otras similares hoy ya desaparecidas, como la conocida Casa de las Cinco Tejas (así llamada porque en su tejado sólo cabían cinco únicas tejas) situada en la calle de Santa Ana y demolida en 1851, o la Casa del Ataúd que podemos ver en la foto de la derecha (conocida popularmente así por su forma, estuvo en la esquina de la calle de Alcalá con Caballero de Gracia, donde ahora está el edificio Metrópolis, y fue una de las primeras demolidas para la construcción de la Gran Vía) mantenían por lo general una característica común de aprovechamiento habitacional. A menudo la planta baja alojaba un comercio, la primera planta una habitación y las dos plantas siguientes una cocina y un baño, respectivamente. En la fachada exterior sólo hay lugar para un pequeño balcón por planta.

Hoy, por suerte, estas edificaciones, frecuentes antaño, han quedado como curiosas rarezas para contemplación de paseantes.